El 8 de diciembre, en vez de salir para Catamarca, nos dirigimos con Luis Mendez al sur de la ciudad de Santiago del Estero, espacios donde en tiempos de la fundación de la ciudad, mediados del siglo XVI, se organizaron las poblaciones precolombinas en lo que conocemos como Pueblos de Indios, asentamientos supervisados por un conquistador español y asimilados culturalmente por un cura mercedario o jesuita.
En estos territorios que fueron gravemente perjudicados con el embalzamiento y canalización del río Dulce, entre finales del siglo XIX y mediados del siglo XX, tienen una difícil situación económica y social que se vincula directamente con las migraciones estacionales de la población masculina joven para trabajos rurales especializados en la campaña bonaerense.
En la salida, complicada por extrañas tormentas de agua y granizo que surcaban el cielo caprichosamente, tuvimos que hacer tres paradas, la primera en Manogasta, en la casa de Pascuala Saganias, la segunda en Upianita, sobre el antiguo Camino Real, y por la misma ruta y de regreso a Santiago, en la localidad de Maco, bajo el alero de una pequeña capilla.
